martes, 6 de abril de 2010

50 ANIVERSARIO DE LA PELÍCULA "EL TIEMPO EN SUS MANOS"



Esta película es la primera adaptación al cine de la célebre novela de H. G. Wells. Una deliciosa producción de aventuras futuristas que, con todo, aún conserva toda su magia, más que nada por su muy kitsch diseño de producción, que hoy día podría considerarse de carácter retro-futurista o un ejemplar de lo que en literatura ha venido a llamarse steampunk.



Obvio es, siendo Pal experto en la técnica de animación por stop-motion, al igual que otro grande, Ray Harryhausen, la película está planteada para hacer uso de este sistema para gran parte de los trucajes. Muy celebrado por la crítica es el momento en que el viajero del tiempo va pasando épocas, y éstas se perciben por medio del escaparate de una tienda de modas frente a él, donde los vestidos de un maniquí van variando por esta técnica y representando, por ese método, el paso del tiempo.


Así, va avanzando a través del tiempo hasta que nuestro viajero detiene su cronomóvil en un futuro lejanísimo, donde la especie humana he evolucionado a dos estadios distintos, uno los Eloi, seres semi-angelicales que viven en la superficie, y los Morlocks, seres semi-demoníacos que viven en las profundidades. Esta etapa representa todo el resto de la película, con unos Eloi más que sesenteros, y unos Morlocks muy conseguidos. Se nos muestran unas criaturas peludas y albinas, con dientes monstruosos, acostumbradas a vivir lejos de la luz solar. La muerte de uno de los Morlocks, por cierto, se verá en un momento por medio, una vez más, del sistema de stop motion, al acelerar bruscamente el viajero su máquina del tiempo.



Pal dirige todo con sencilla funcionalidad, apoyado en una fotografía apabullante, de colores cálidos. Todo ello apoyado por un reparto breve y poco espectacular pero talentoso, donde destacan actores como el orondo Sebastian Cabot, Alan Young, que nos brinda dos papeles diferentes, y el sólido, enérgico y aguerrido Rod Taylor, en una época en que alcanzó cierto nivel de estrella en el cine de acción.

El resultado, por tanto, es una película sencilla, amable y divertida, muy lejos de la obra literaria que le da origen, pero que por sí misma representa una forma de ver el cine de evasión honesta y grata. Ojala que todas las películas de ciencia ficción de ahora fueran, al menos, tan sinceras como la presente. En 1961 ganó el Oscar a los mejores efectos especiales.